sábado, 15 de enero de 2011

Necesidades: De sonreír.



Nota: En este relato la creadora sufrió un desdoblamiento de personalidad.


Es la calle peatonal de cualquier ciudad mediana, ancha y con naranjos a ambos lados. Está llena de comercios, tiendas de ropa y zapatos, bancos, farmacia, librerías. Siempre con gente, los fines de semana hay artístas, músicos y vendedores ambulantes que intentan buscarse la vida. Los sábados a medio día hay más movimiento, las terrazas completas, el mercado abarrotado, todo parece de otro color. En esa calle, entre una cafetería y una vieja relojería, está la tienda de fotografía que todo el mundo conoce desde siempre; en el escaparate las imágenes de una novia vestida de blanco mirando al horizonte yde un bebé haciendo monerias muestan el arte de la fotógrafa, Marta. Empezó con quince años haciendo de ayudante de un fotógrafo en bodas, bautizos y demás fiestas familiares, con sus dieciocho años tuvo muy claro que quería estudiar fotografía. Lo estudió, empezó cubriendo eventos de amigos y conocidos, se casaban y bautizaban. Poco a poco se hizo con un nombre, era conocida a nivel local, tenía una clientela.


- Pero debes poner que nunca llegó a ser nada más, que se convirtió en una más,

mediocre, sin salir al extranjero, sin ganar concursos de fotos.

- ¿No crees que se me va a notar mucho?.

- No, tú eres mediocre de verdad, tu personaje, esa Marta dentro de lo supuestamente

mediocre será excepcional, ya verás.

- Bueno, no adelantemos nada, déjame que siga.


Ahora Marta está establecida económicamente, es propietaria de la tienda para la que empezó a trabajar hace veinte años. Por las mañanas una chica joven y guapa atiende en el negocio, la belleza siempre vende más, sobre todo en tiempos de crisis. Por las tardes es la propia Marta quien se encarga de la tienda y los clientes, los fines de semana se ocupa de los encargos festivo-familiares. Su vida actual, la de los cuarenta largos, está dedicada únicamente a su negocio.


- ¿En serio no vas a venir? - Al otro lado de la línea una de sus pocas amigas, Susana, intenta convencerla.- Pero si llevo dos años avisándote de esta fecha, te dije miles de veces que el 20 de mayo era mi despedida.

- Mira, tengo que cubrir esa boda sí o sí, no puedo dejar a un cliente tirado, lo siento, de veras, se me pasó lo de tu despedida.- Marta se excusa como puede, porque en realidad ella esa noche no tiene ningún encargo, ningún trabajo, pero tampoco tiene ganas de ir por la calle con pollitas de plástico en la cabeza con unas mujeres que piensan que con el matrimonio se acaba la vida propia.

- Bueno, estoy enfadada contigo, pero mucho. Ya me pasaré una tarde por la tienda para tirarte de las orejas.


- Además de aparentemente mediocre ¿también va a ser una antisocial elitísta?

- Si por antisocial entiendes no querer hacer el gilipollas, sí.

- Te pasas.

- Para eso escribo yo, ¡tú a callar!.


- Vale Susana, me merezco ese tirón de orejas, te lo compensaré con unas tapas.

- Mejor te vienes a París en diciembre, hemos encontrado unos billetes baratísimos.

- Eso no podré, en Navidad tengo mucho curro.- Además de curro Marta nunca ha

montado en avión, nunca ha visitado otro país y no siente esa necesidad.

- Tú te lo pierdes.- Después de la conversación con su amiga, Marta se mete en el trastero de la tienda del que sólo ella tiene llave, allí tiene varias estanterías llenas de álbumes, todos son copias de algunas de las fotos de sus clientes. Copias que sacó y saca sin permiso de los dueños.


- ¿Eso no es ilegal?

- Claro que lo es.

- ¿Entonces?

- Entonces estoy desvelando una de las extrañezas de nuestra heroína.

- Una heroína antisocial, menuda escritora estás hecha.


Empezó a hacerlo bastantes años atrás, la primera vez eran de un carrete de una pareja de recién casados. Habían estado en Roma y Florencia de viaje de novios y le llamó la atención la belleza de ambas ciudades, así que sacó cuatro copias de la pareja en diferentes lugares, el Puente Veccio, una pizzería florentina, el Coliseo y el Vaticano. Después de ellos vinieron otros clientes, grupos de amigos, jubilados, familias, con otros lugares, desde Montreal hasta Sidney. Y Marta comenzó a reunirlas en archivadores, todas ordenadas por fecha y lugar. Marta siempre fue muy organizada, tanto que sus compañeros de piso nunca aguantaban su obsesión de ordenarlo todo y acababan haciendo mutis. A día de hoy puede ir a cualquier parte del mundo sin salir del trastero. Por eso no necesita coger aviones ni trenes, porque ella tiene todas las ciudades, playas y montes allí mismo, con rostros que algún día pasaron por la tienda nerviosos por ver las fotos de las últimas vacaciones. Ahora que acaba de hablar con Susana de París busca la carpeta de la ciudad, recuerda a un grupo de estudiantes universitarios sonriendo con la Torre Eiffel y el Louvre detrás. Tarda unos minutos pero da con ella, observa las imágenes unos instantes y sonríe, “si supiera Susana que acabo de estar en París sin moverme de esta ciudad”.


- Menuda tarada.

- Marta no está tarada, es simplemene una manía que tiene y le ayuda a tener todo bajo

control, sin viajes no hay imprevistos que la agobien y con las fotos cubre la necesidad

de visitar esos lugares.

- No, cuando digo tarada me refiero a ti, ¿cómo se te puede ocurrir semejante manía?

- Todos tenemos alguna manía, la de Marta no es tan extraña. Anda, cuéntame alguna

manía tuya.

- No que se enteran los lectores.

- Tranquila, esto no lo va a leer ni pirri.


- Hola Agustín, ¿qué te trae de nuevo por aquí?.- Marta atiende a un cliente habitual, un maestro aficionado a la fotografía.

- Pues un fin de semana en Portugal, un par amigos y yo, nos dimos una escapada hace un mes. ¿Conoces Lisboa?.- Ella sonríe mientras recuerda el álbum de Portugal del trastero, del año 97, unas chicas para celebrar el fin de la carrera pasaron por allí.

- Sí, preciosa, una ciudad con encanto.- Él le entrega el CD mientras ella rellena el sobre con los datos de Agustín que se los sabe de memoria.- Me queda media hora para cerrar así que no te las podré tener hasta mañana.

- Sin problema, no tengo prisa. Ahora voy a tomarme una cervecita aquí al lado, ¿te apetece?.- Marta está acostumbrada a estas invitaciones por parte de Agustín, en diez años han compartido algunas cosas, está será una de ellas, porque Agustín es de las pocas personas con las Marta se siente a gusto hablando y escuchando.


- ¿Marta y Agustín están enamorados?

- No sé, eso no lo he decidido todavía.

- Podrías meter algo de pasión y porno, eso vende mucho.

- No quiero vender, quiero dejarme llevar.

- Pues que se dejen llevar y follen de una vez.

- ¡Mal hablada!

- Si es que tú eres muy fina, señorita escritora.


Entre los dos cierran la tienda, al final deciden caminar un poco en vez de sentarse en un bar, porque Marta se siente cansada de estar todo el día metida en la tienda y quiere respirar aire fresco. Caminan tranquilos, despacio, observando las personas y las luces nocturnas que empiezan a tomar la ciudad.


- ¿Cómo va le negocio?.

- Bien, con la crisis que hay puedo decir que bien. ¿Y tus niños?¿Te dan mucha guerra?

- Bueno, los padres me dan más guerra que los niños.- Se sientan en un banco de la

plaza donde un moderno tiovivo pone una nota extraña.

- Recuerdo el primer carrete que te revelé, eran imágenes de Los Pirineos, todo verde y

blanco, recuerdo una imagen con fondo gris, porque estabais a más altura, sonreías junto a una joven guapísima, nunca más he vuelto a ver esa sonrisa en otras fotos, ni en las tuyas ni en las de nadie, ni si quiera en las de los recién casados.- Él calla unos instantes, está intentado encontrar las palabras exactas para justificarse.

- Ana, la joven era Ana, ahora no sé qué ha sido de ella, tampoco me interesa, ella me regaló esa sonrisa durante un tiempo, después me la robó. ¿Nunca te ha ocurrido eso con nadie?

- Nunca. Bueno...con mi abuelo, me regaló su cámara de fotos, una arcaica, y me produjo una sonrisa extralarga, me aficioné a la imagen.

- Tienes buena memoria para acordarte de cada detalle de las fotos de Los Pirineos.

- Mi memoria es visual.

- Marta, me sorprendes, en serio, eres la única persona que conozco con una memoria visual tan bien desarrollada.

La velada pasa entre paseos y paradas en puntos importantes de la ciudad, parques y plazas. El rumor de la noche los acompaña y una sonrisa empieza a aparecer en el rostro de Agustín.


- Al final esto va a tener un The End romántico, ya verás. Y te advierto que en Europa gustan más los finales dramáticos.

- ¡Que no! Que lo que estoy haciendo es dar a conocer el tipo de relación que tienen, ¡qué

pesada eres!

- ¿Pesada yo? Entonces, ¿cómo me aguantas día tras día?

- Porque...porque...no sé. Me he acostumbrado a ti. No entendería una vida sin ti. - Luego para ti soy una costumbre, eso no me gusta nada.

- Para de hablar, me estás desconcentrando.


Es domingo pero Marta siente la necesidad de darse un viaje, quizás África, así que con el chándal entra en la tienda por la puerta trasera y elige del archivador el álbum del año 2003 de una pareja que fue a Tanzania y del año 2001 de unas amigas que pasaron por Kenia. Lo que más le gusta son los colores, ellos le hacen sentir que África no es otro continente, si no otro planeta, así pasará su domingo, el único libre, porque el resto de domingos los pasará entre comuniones y bautizos cámara en mano fotografiando sonrisas facilonas.

Pasan muchos meses de no parar, Susana nunca puede quedar con Marta, porque Marta está ocupadísima con la tienda.

Pero para Agustín siempre tiene un hueco, para un café o un paseo, nada más.


- Pero, ¿por qué no dejas que tu personaje disfrute un poco? No sé, un cine, ir a la playa, salir con amigas...

- No te das cuenta de Marta necesita tener controlado todo en su vida, Marta no es capaz

de hacer nada sin que esté planificado milímetro a milímetro. Necesita controlar todo en

su vida.

- En resumen, es una miedica y una obsesa de la rutina y el control, antisocial y

cuasimediocre.

- Algo así.

- ¿Cómo puedes crear un ser tan infleiz?

- Y, ¿cómo puedo seguir yo al lado de alguien como tú? No me dejas escribir lo que

quiero, me interrumpes y me pierdo.

- Ni que fueses a publicar un best-seller, ya te salió el espíritu pseudoescritora.

- Deja de machacarme.

- No lo hago.

- ¿Cómo?En serio, que me haya acostumbrado a ti no quiere decir que no sea capaz de

mandarte a la porra.

- ¡Ja! Eres una mujer de costumbres como Marta, no podrías, no osarías vivir sin mí.

- Serás creída.

- Realista más bien.

- ¡Capulla!

- Te adoro.


Una mañana Marta recibe una notificación, Agustín Pérez ha muerto y debe acudir a la lectura del testamento. Pasa todo el día dando vueltas, fumando y acordándose de la sonrisa de Los Pirineos, recuerda ese instante, traspasa el tiempo y se ve a sí misma en el monte sujetando la cámara, experimenta el momento del ¡click! y por un instante su boca es reflejo de los labios de Agustín. Cuando vuelve a la realidad son más de la cinco de la tarde, el cenicero está repleto y el teléfono no para de sonar, la tienda no abrirá en un tiempo.


- ¿No irás de dejar aquí la historia?

- No, claro que no, pero a ti sí, lo siento, no te soporto. Haz las maletas de una vez y

“¡faute moi la paix!”

- ¿Cómo? ¿Delante de toda esta gente me abandonas?

- Sí. Ahí tienes la tragedia que tanto esperabas.

- De ti no esperaba menos.


Cuando llega al notario hay ya dos mujeres sentadas, muy arregladas y de negro, se presentan como las hijas de Agustín. Marta queda un poco asombrada, no sabía nada de que Agustín tuviese familia. Después de los saludos necesarios el notario abre el sobre.Todo queda para ambas hijas, menos una caja de cartón repleta de fotos que pasa a propiedad de Marta Fernández en ese mismo instante. Una hora después está en casa abriendo la caja, ella espera fotos de los viajes de Agustín, las mismas que ella reveló durante diez años. Pero al abrir el primer álbum queda sorprendida. Todas las imágenes son de ella misma, de ella paseando, de ella abriendo la tienda, de ella subiendo al coche. Están ordenadas por años, meses e includo días.

Agustín se había ganado una sonrisa.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena historia. Buenísima la idea del punto de vista doble. ¡¡

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Coincido. Me parecen geniales los diálogos entrelazados en la historia principal. Pringuin