miércoles, 22 de febrero de 2012

Necesidades: Categóricamente


Yo no entiendo de África, lo más cerca que he estado ha sido Tarifa. Lo único que sé del continente me lo enseñaron los libros de geografía e historia, de los prejuicios se ocuparon los medios de comunicación. Sé que allí se ha sufrido y se sufre mucho, que la gente muere de hambre, de guerras, de sida, allí la gente se muere, se muere, toda, todos, todos no, pero parecen todos. Africanos conozco a muy pocos, algunos adolescentes que llegaron en pateras y pasan por las aulas con más pena que gloria, otros que te venden pañuelos en el semáforo o pulseras en cualquier bar. Sé que además están ellas, las africanas, y aunque lo sepa reconozco que hasta ahí llega mi "sabiduría"

Menos mal que el mundo se mueve y de vez en cuando nos da la oportunidad de ampliar nuestros saberes. Hoy, esta misma noche, he aprendido algo más de las africanas, de ellas. En un bar pequeñito y céntrico de Jerez, uno con techo bajo y de madera donde las tapas y el vino hacen de un miércoles cualquiera un sábado festivo, estaba ella. Toda ella, negra, morena, color café oscuro, pelo rizado corto, llena de curvas por doquier, sentada en la barra con un hombre. Ambos enfrascados en una conversación sobre el jamón con el camarero, tomando vino, haciendo bromas. Ella contando sus ideas sobre nuestro país, ella contando la impresión de su madre cuando probó por primera vez el ibérico. De fondo sonaba música, un cantautor jienense que me cae fatal y adoro sus letras, pero a las letras les perdí la pista, porque la africana hablaba muy alto y sus carcajadas llenaban el local de letras nuevas. Poco a poco me perdí de la conversación ajena y volví a mis interlocutores, hablaban de una crisis y de un sistema que ni yo misma entiendo.

Volví, volví a ellos, y a ella, a su sonrisa, a su adiós al salir del bar, a su sonrisa, a su risa, porque la africana tenía ese gesto absoluto en sus labios que nunca he visto en otras mujeres. UNA SONRISA CATEGÓRICA

jueves, 16 de febrero de 2012

Necesidades: De chapotear


"Es magia, a veces te deja con una sonrisa en la cara, otras con un malestar que no llega a ser dolor pero que sigue ahí durante unos minutos, como el sabor amargo de los medicamentos en la boca.Y es que la manía de mirar lo que hay alrededor y fascinarme no me deja nunca, sobre todo me atrapan las personas y los lugares, la mezcla de ambos es un placer infinito. La magia, vuelvo a la magia, esa que nos regala momentos que jamás se repetirán, que ocurren por casualidad o por destino (para aquellos que crean en él). Magia, magia, sólo hay que esperar el momento exacto para hacerse con ella, o simplemente no esperarlo y lanzarse sin más."

Todos los días la veo, una señora de ochenta y muchos, bien temprano, con su delantal inmaculado y su media joroba, dando pasitos pequeños, inseguros. Todos los días sale con su cubo lleno de agua transparente dispuesta a dejar limpia la acera en la que se encuentra su casa. Da igual que haga frío, ella está allí siempre, a las ocho de la mañana, mojando la calle. Nos hemos acostumbrado a vernos, son sólo unos segundos, nos miramos, nos damos los buenos días y seguimos nuestro camino, yo al trabajo, ella al cubo. A mis espaldas sigo oyendo el chapoteo de sus manos arrugadas echando agua, incluso percibo sus ojos y los de su gato clavados en mí, como si ambos añoraran esos segundos que acaban de pasar. Pero esta mañana la magia no ha tenido contemplaciones y la señora, que se encontraba otra vez lanzando agua con su cubo, me ha saludado mientras yo abría el paraguas que me defendía de la lluvia.

"Somos seres de costumbres, tanto que se nos olvida cuestionar cualquier acto de nuestra rutina y lo hacemos mecánicamente, sin saber cuándo ni cómo empezó,sin saber cómo ni cuándo terminará."

miércoles, 15 de febrero de 2012

Necesidades: Cosas que habitan en los bolsillos de un maestro


Cada vez que voy a poner una lavadora o busco en mis bolsillos un pañuelo me encuentro con alguna sorpresa que me recuerda la jornada laboral con mis enanos. Me ha dado por fotografiarlas, aquí las comparto.
(Habrá más, o eso espero)