jueves, 10 de mayo de 2012

Necesidades: De aves


Tiene motivos suficientes para poner el grito en el cielo y mandar a mucha de esa gente literalmente a la mierda. Es injusto, lo sabe, y a cualquiera que se le contara acabaría con el estómago revuelto y con ganas de darles unas patadas o una buena paliza con un palo grande y grueso. Y ya no es por deferencia a su labor y la labor que hacen cuatro más,-cuatro de vientitrés es una estadística que da miedo, pena y acumula tristeza en el corazón-, es por esas aves heridas que llegan al centro de acogida y son mal asistidas, a veces hasta ignoradas. Cada una de esas aves tiene un valor infinito, algunas tienen colores espectaculares, otras son negras como el tizón, son diversas, nerviosas y tranquilas, cantarinas y silenciosas, irrepetibles hasta en la forma de volar. A ella, y a cuatro como a ella, les fascina curarlas, alimentarlas y aprender cada sonido de esos pajarillos para poder acompañarlos en su búsqueda de la libertad. Por eso a veces sueña con un palo de acero y se ve a sí misma haciendo realidad las pulsiones que por vivir en una sociedad de apariencias, es decir, de mierda, tiene que acallar durante el resto de la semana. Otras veces, sin soñar, simplemente despierta, cuando ve a los pajarillos picotear y cantar le entran ganas de abrir todas las jaulas y provocar una fuga en masa. Pero no puede, así que calla y sigue revoloteando.