Sólo tengo para 29 fotos.
Lo dijo con tono de molestia mientras abría y sacaba la tarjeta de memoria. ¡Qué
fastidio! Una y otra vez probaba a encender la cámara, enfadada, como si la tierra se hubiese tragado el cielo. Pero si la tarjeta tiene ocho gigas. Más veces lo intentaba
más nerviosa se ponía, y él, que la miraba sonriente acertó a
esperar y dejar que la desesperación de ella volviese a ser calma.
Entonces, ya en el coche, camino del siguiente pueblo, él soltó una
sencilla frase, hazte a la idea de que tienes una cámara como las de
antes, sólo dispones de un carrete de 29 fotos.
El silencio acompañó a los
siguientes treinta kilómetros de curvas; sol, niebla, olor a pino,
vacas, algún ternero cruzando la carretera despistado, un ciervo
asaltando el camino, el mar, las olas, barcos, caminantes por el
arcén. Únicamente tengo 29, ella no podía olvidar ese límite, 29
instantes, ¿cómo elegir los lugares? Si ni sé cuales serán los mejores , ni que pueblos ni playas serán las más bellas. Por la noche él ojeó las 29 fotografías que ella había
elegido.
- ¿Qué te parecen?
- Buenas.
- Sólo tuve 29
oportunidades.
- Date por satisfecha, al
menos sabías con cuantas oportunidades contabas.