sábado, 1 de noviembre de 2008

Literatura: enganchada a Henning Mankell

Cuando cierro el libro descubro que todo está en silencio, un ronquido viene en mi busca a través del pasillo, miro el reloj. "Joder,¡ si son casi las tres de la mañana!".Me arrastro hasta el baño y me refresco la cara, vuelvo al sofá, aunque haya terminado la novela necesito ojearla de nuevo, el lomo, la portada, el año de impresión, la foto del autor. Es una sensación muy placentera, haber compartido unas horas con el inspector Wallender por Suecia, viajar sin costes, sin esperas, incluso sentir la nieve y el frío de un invierno que aquí nunca llega. Pero estoy impaciente, necesito más de este Henning Mankel que hasta hace poco me era un desconocido. Me descubro vagando por mi estantería, mis ojos buscan ávidamente algo que sé de sobra no encontraré, la resignación me acompaña de nuevo a mi asiento "Tendré que esperar al lunes para tener en mis manos otra obra de Mankel". La decisión está más que tomada, mi nueva droga se llama "Henning Mankel" y sus novelas las dosis diarias de las que no podré prescindir durante un tiempo. Intento recordar la persona que me habló de este autor, tengo que agradecerle su buen gusto, pero soy incapaz de ponerle una cara, a estas horas mis neuronas están semidormidas.
Decido tumbarme en la cama con la luz apagada, cierro los ojos y entro a valorar "Me ha encantado la forma en la que narra, describe y plasma los diálogos; la trama me dejó totalemente pillada, necesitaba seguir leyendo hasta el final, no he podido parar". Con esto me quedo sopa, de lado, abarazando la almohada.
El alma de un nuevo autor ha entrado en mi casa.

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