domingo, 20 de enero de 2013

Pretérito Presente IV (4ª parte)



Cambio de canal una y otra vez, ahora hay tantos que podría estar hasta el día del juicio final saltando de uno a otro, me quema el periodismo fácil, los shows, los gritones exhibicionistas, ni el diablo podría ser tan perjudicial para una sociedad, miles de personas mirando, atentas, vidas vacías que de alguna forma hay que llenar.

Lo que yo tengo que llenar son estas horas de sueño. Miro de nuevo el móvil, las dos de la mañana, se me repiten los calamares y las cervezas, el poco aire que entra por la ventana sigue siendo caliente, quema tanto como durante el día, o incluso más, sí, mucho más, sofocante. Se oyen perros y los pocos coches que pasan por la carretera iluminan la habitación de vez en cuando. Apago la caja tonta que me ha alejado un poco de la historia que me ha traído a este hotel de carretera, a los camioneros, al taller, a todos, a ti, Paula,mamá y bruja querida, al ogro, a Lucita, al enano,...
Me quedo dormido, en tus brazos, siempre en tus brazos, como cuando era pequeño y me acunabas, Paula, sí, mamá. Sueño, sueño que estoy en el Pedroso, el río del pueblo, gratos momentos, chapuzones, saltos, paseos, cangrejos. Nado, sueño y nado lejos de la orilla, el agua está fresca, transparente, hasta veo peces de colores, el sol brilla,pero algo falla, hay algo que no va bien, poco a poco empiezo angustiarme, no puedo parar de nadar, siento que en ello me va la vida, noto que mi cuerpo se cansa, se fatiga, no puedo dar una brazada más, miedo, pánico, empiezo a gritar, me ahogo en mi infancia, tengo seis años, no me puedo ahogar, todavía no, lucho, lucho, lucho, pero algo me hunde. Entonces te veo, Paula, estás sobre una barca, llevas un pañuelo en la cabeza y un parche en el ojo derecho. Bruja, ¿qué haces vestida de pirata?. Las brujas podemos saltar en el tiempo y convertirnos en cualquier persona o personaje, ahora soy pirata. Pues ayúdame, me ahogo, mamá, bruja pirata, no puedo nadar más, me duelen los brazos, las piernas están flojas. ¿Por qué te callas?¿Por qué te alejas? Estoy aquí, soy yo, mamá, tu hijo. Lloro de rabia, impotencia, duele, grito mientras remas en dirección contraria, el agua empieza a entrar en mi boca, siento que me ahogo, me asfixio, estrangulo, ahorco,...

Despierto sudando y gritando, soy agua, tranquilo, tranquilo, estás en el hotel, ¿olvidaste que se rompió el coche?Tranquilo, Esther sigue existiendo, mi mujer, mi sol, respira, cuenta hasta diez, tranquilo, me repito, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. No, Paula, no, deja ese sueño, no vengas a decirme de nuevo adiós, que ya tengo cuarenta años, que no quiero nuevas pesadillas, bastante tengo con el ogro. 

Me voy a la ducha, necesito refrescarme, relajarme, tranquilo, cuenta hasta diez, respira. De vuelta al punto de salida, tumbado, viendo el reflejo de los coches al pasar en el techo,sudando,  repaso la pesadilla, mamá vestida de pirata,yo me ahogaba, Paula, tengo que buscar un punto positivo, no quiero más insomnio esta noche, ni pesadillas, un punto positivo, de apoyo, uno, dame uno, mi cabeza gira y sí, allí estoy, sí, claro, mamá, eso es. Los piratas, Drake, Barbarroja, Anne Bonney, Mary Read, Barbanegra, Aguirre, Hawkins, Bouchard,...

Sí, claro que los recuerdo, mamá, cómo iba a olvidar aquel olor a cerrado, un reino de papel, todos para mí, eso dijiste, son tuyos.  Pero mamá, si todavía no sé leer. Tranquilo, hasta que aprendas te los leeré yo, ya verás qué bien lo pasamos. Sí, fue maravilloso mientras duró. Viajé contigo, Paula, bruja, me enseñaste que las palabras que hay en los libros formaban historias, vidas, paisajes, el mundo estaba allí, entero, al completo, tú y yo. Siempre lo hacías cuando el ogro no estaba en casa. A papá no le gusta que mamá viaje, ¿entendido? Sí, mamá. Historias de lunáticos, decía el ogro. Pero las brujas siempre hacen lo que sea para salirse con la suya y quebrantaste las reglas del latifundio, loca, majareta, chiflada que estabas, de atar, ilusa, inocente. Cada mañana, cuando el ogro salía  a hacer sus recados latifundistas, aprovechábamos y nos encerrábamos en la biblioteca, el barco de las historias, me decías. Al principio elegías tú, siempre historias de piratas que arrasaban, malos y buenos, algunos más y otros menos. Las horas allí eran segundos, décimas que se escapaban y se iban tras mares, monstruos, tesoros perdidos, tesoro, mamá, el barco de las historias era el nuestro. 

Todavía me culpo,mamá, sí, recuerdo aquel día, en el comedor, ¿tendría yo cinco años? Sí, montado en una silla arremetía cual pirata contra la lámpara, ¡ya puedes darte por vencido, bellaco! No quise delatarte mamá, no fue queriendo, no me di cuenta, el ogro me pilló en esos juegos y me preguntó que de donde había sacado esa tontería de bellacos, me quedé mudo, siempre me pasaba con él. Silencio. ¡Te he dicho que me lo digas! Me zarandeó, me gritó, me hice pipí, el miedo, bruja, cobarde,¿ves?, siempre lo fui, con cinco años ya era un cobarde. Su cara verde, su aliento verde, sus ojos verdes, clavó sus manos iracundas en mis brazos. Ha sido tu madre, ¿verdad? No le respondí, no me chivé, mamá, te lo juro, entonces te lo juré sollozando. Se fue, me dejó allí tirado, temblando, tiritando. Después empezaron los golpes, me asomé, mamá, la puerta del dormitorio estaba medio abierta, el ogro te estaba pegando con una correa, te gritaba. No, las brujas hacen pócimas, por favor, levántate y hazle un conjuro, bruja, no dejes que el ogro gane, decía, dije, digo. Hijo de puta, cabrón, naciste lleno de odio, aquel día lloré, culpa, miedo, siempre he llevado esa culpa, mamá, si no me hubiese acojonado el ogro no habría adivinado nada de nuestro barco de las historias, no habría leído en mis ojos la verdad. Tranquilo, mi niño, esa misma noche me intentaste calmar, me consolaste, bruja, con tu ojo morado, brazos morados, dolores morados de bruja maltratada, vejada, aquejada. Todo pasará, pasado que pasó. Confiscó la llave de la biblioteca, ogro repugnante, nunca más pudimos entrar en nuestro reino juntos, mamá, el polvo se hizo con las páginas y las estanterías. Y al año te fuiste, me dejaste allí, en el pueblo, con el villano que nunca tendría un libro al que acogerse. No pudiste más, lo entiendo, no te culpo, me culpo, lo culpo, la culpa. Bruja, pobre, medio mala, pirata, pata de palo, corazón minifundista, nunca has llegado a saber que a los ocho un amigo me enseñó a abrir puertas sin llaves y la única cerradura con la que he utilizado esa técnica en mi vida ha sido con nuestro barco de las historias. Sí, otra batalla ganada al ogro, que de los ocho a los dieciocho me alimenté de esas páginas y él nunca se enteró, fue mi venganza, nuestra venganza, me leí todos y cada uno de los libros que allí había, a sus espaldas verdes. ¿Ves, mamá? Tú me enseñaste a viajar, Paula, me regalaste el mejor de los regalos, un espíritu pirata que me ayudará a encontrar la nueva dirección, el camino, lejos de las máquinas, con Esther, suave, sin tóxicos, sin ogros.

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