domingo, 28 de julio de 2013

Necesidades: Un trozo de carne.


Lo poco que recuerdo son imágenes en blanco y negro, y el olor, olor a carne fresca, nueva y a la vez corrompida. Supongo que habría rojos, muchos tonos, pasando por el rosa y llegando al rojo marrón casi negro. Pero mi mente se empeña en grises, más claros  o más oscuros, ¿la ausencia de color podría ayudar a mitigar las sensaciones que experimenté en aquel momento? Mi prima, que es psicóloga, dice que hay diferencias entre sensaciones y emociones y que lo que quise ocultar en el baúl del olvido eran las emociones que experimenté en aquella situación y ahora por lo que se ve parece estoy bloqueada y obsesionada con esa estampa. Noche tras noche se ha repetido el mismo sueño, me despertaba sudando, con sensación de miedo, asco, culpa ¿Cuánto tiempo pasé así?¿Cuánto tiempo despertando de madrugada soñando con aquel trozo de carne? Perdí la cuenta de las noches, meses, años, quizás siglos, podrían haber sido siglos si no fuese por mi carnicera,la Puri, esa bruta nacida de un bruto, que maneja los cuchillos a su antojo y hace matanzas día sí y día también aprovisionando de morcillas y chorizos y de todas las partes del cerdo aprovechables al pueblo entero. Parece broma, pero no lo es. Fue así, fue la carnicera la que me hizo dar los pasos imprescindibles para salir del laberinto en el que me encontraba. Aquel fin de semana venían sobrinos y primos a comer, me empeñé en comprar de la mejor carne y allá que me fui a la carnicería, estaba el hijo, el mayor, que su madre estaba de matanza, que me pasase a hablar con ella si quería cantidad. Me planté allí, pensando que ya estaría todo terminado crucé las puertas del almacén sin meditarlo. Estaban allí, con los cubos, todo lleno de sangre. Instintivamente me eché hacía atrás, salí de nuevo a la calle y vomité durante quince minutos sin parar. 

Pero Mari, si tú comes morcilla como pipas, ¿cómo te pones tan mala?Hija, que no es lo mismo comerla que ver cómo se hace, atiné a responder entre chorro y chorro. Pues sí que eres "delicá", decía la Puri, anda siéntate que te traigo una manzanilla.No, no me traigas nada, anda, vuelve al tajo que yo lo que hago es estorbarte. Ya hablo con tu hijo y se lo encargo todo. Y se fue a seguir con la tarea con toda su ropa llena de salpicones de rojo, rojo sangre que me revolvían las tripas. De vuelta a casa recibí el impacto de los primeros recuerdos, la sangre de la matanza los había despertado, mi madre allí, en pié en la cocina retorciéndose de dolor con su barriga de unos cuantos meses, yo con doce años al lado de ella, sin atinar a nada. Intentado que se sentara o se metiera en la cama, pero ella era del porte de la carnicera y si ella decía que no era que no y que en la cama no se metía ni harta vino. Los dolores habían empezado la noche anterior, pero no quería oír hablar de médicos, según ella matasanos, y por la mañana se negó a seguir en cama. Así que se levantó y empezó con la faena como si fuese un día cualquiera, los dolores lejos de mitigarse aumentaron, hasta tal punto que a medio mañana ya eran gemidos, como si la estuviesen matando.Anda, mamá, vamos al médico. ¡Cómo se te ocurra decir una palabra más te enteras! Y yo a callar, a acompañarla en un dolor que también era mío. Hasta que al fin, después de desvanecerse en el suelo de la cocina algo salió de mi madre, era eso, un trozo de carne revuelto en sangre, sin vida, ni nada. Coge el cuchillo de cortar, niña, cógelo, yo muda se lo dí, cortó el cordón que la unía a aquel pedazo de carne que ya no era nada. Después mi madre no pudo darme más órdenes, estaba extenuada. Fue entonces cuando reaccioné y con unas toallas lo metí en la basura y empecé a limpiar la cocina. Mi madre me miraba y al poco se levantó y fue a asearse ella misma. A medio día todo estaba listo, la comida en la mesa para mi padre y mis dos hermanos, el agua fresca, el pan y la fruta.

Ella se lo contó disculpándose por haberlo perdido, él siguió comiendo como si se tratara de un calcetín.

Ya no despierto en mitad de la noche pero esos instantes siguen siendo en blanco y negro en mi cabeza. 
Emociones que nunca tendrán color.