jueves, 3 de junio de 2010

Necesidades: De tiendas


No soporto salir de compras, es decir ir a comprarme ropa. Tengo amigas que les encanta irse juntas a ver trapos y echar la tarde entera en las tiendas. Cambiarme de ropa en esos probadores que casi no le dejan intimidad a una mientras suena de fondo una música machacona de la que siempre he huido me pone enferma. Todo para al final acabar diciendo entre dientes, “menuda mierda de moda”, y enfadarme porque no encuentro unos pantalones como los de hace dos años, esos tan cómodos y tan sencillos.

Así que suelo darle vueltas y vueltas al tema, como cuando era niña y dejaba la tarea del fin de semana para la tarde del domingo . Sencillamente lo detesto, por lo que espero hasta el último momento para renovar los pantalones o la camiseta, cuando ya están descoloridas e incluso tienen alguna herida de guerra, cuando no me queda más remedio y salgo a la calle esperando terminar en treinta minutos. Confieso que a veces he ido con mis amigas y he esperado estoicamente lo que ellas han necesitado, por eso mismo, porque son mis amigas y necesito compartir ratos con ellas, aunque sea en las tiendas.

Recuerdo que en la adolescencia mi madre nos daba a mi hermana y a mi el dinero para comprarnos alguna prenda, sólo una, sobre todo yo que al ser la pequeña heredaba el armario de mi hermana. Ni corta ni perezosa le daba a mi hermana mi parte y le decía que me comprara un vaquero de mi talla o un jersey marrón, me ahorraba el mal trago.

Ahora no puedo deshacerme de esa tarea, y además con el paso de los años es en estos lugares cuando descubro que tengo una talla más, que la 38, o incluso la 40 ya no me entra, y se me queda una cara de imbécil anodina frente al espejo del maldito probador. Me miro y me remiro, y concluyo que sí, que mi barriga es más señora este año, que mi culo empieza a ser “culón” y mis pechos están más rellenos.

Pero hoy me he dado cuenta en casa, al mirar lo antiguo y lo adquirido, que ambos han seguido siempre la misma línea.

*

- ¿De qué línea hablas ahora?
- Hablo del estilo, de los colores, de las formas.
- Hablas de moda.
- No, yo nunca hablo de eso, eso es para los diseñadores modernos que tan mal me caen.
- ¿Entonces?
- Entonces hablo del proceso, de lo de antes y lo de ahora, de que todo lo que hay en mi armario sigue una constante.
- ¿Por ejemplo?
- El marrón y el azul.
- Yo también veo amarillos, morados, verdes y negros.
- Esos son los menos.